martes, 22 de marzo de 2011

Capítulo 1.

Biblioteca. Sala de trabajos. Risas, ordenadores portátiles, estuches, mochilas, libros, mesas, sillas, papeleras, chicos, chicas...
Mesa número cinco. Cuatro personas haciendo un trabajo sobre el baile que tienen que hacer para la clase de educación física. Tres chicos y una chica.
Si especificamos, para ella los otros dos chicos están de pega. Solo le importa él. El chico que viste una sudadera azul con un pantalón vaquero oscuro y unas deportivas blancas con rayas azules marinas en los laterales.
El chico que le sonríe, con un diente partido que hace que su sonrisa sea perfecta y única. El chico de los ojos marrones casi negros. El chico que hace que sienta un ecosistema de mariposas en el estómago y que es el causante de que su corazón lata a mil por hora.
El chico al que sus padres llamaron a Mateo y ahora la mira fijamente.
-¿Quieres concentrarte en el trabajo de una vez?-Adriana no puede entender porqué Mateo la mira todo el rato, se ha puesto nerviosa.
-No puedo, el rubor de tus mejillas es demasiado adorable.
"Mierda", piensa Adriana en su cerebro.
-Pues deja de mirarlo y céntrate en el trabajo, yo estoy a punto de acabar mi parte y cuando me vaya, quiero que todo esté acabado.
-Guapa.
"Ignóralo, ignóralo, ignóralo..."
-También va por vosotros dos, no os pienso dejar solos, a saber que pondríais en el trabajo. En vez de marcha, hacemos la caja y después una v...
-Yo pondría, "Adriana, ¿quieres echar un polvo conmigo?"-dice Mateo mirándola, para así ver como reacciona.
Adriana se ha quedado estupefacta. No puede ser. Un príncipe azul nunca diría eso.
-Y yo pondría a continuación: "Yo no quiero, pero seguro que la madre de Mateo está encantada".
Mateo frunce el ceño y la mira.
-Si meto está bola de papel en la papelera echamos un polvo.
Adriana mira la papelera, está al lado: "Seguro que mete, mierda, y... ¿después que le contesto?".
-¡Una segunda oportunidad!-Mateo ha fallado, está molesto y prueba a intentarlo de nuevo- ¡Mierda! La última, ¡lo juro!
-Vaya, parece que alguien se ha quedado sin polvo... -Mateo tira una cuarta vez y esta vez encesta, sonríe orgulloso- Lástima que dijeses que era la última vez que tirabas... Lo hubiésemos pasado bien.
Mateo se queda boquiabierto.
-Así que... ¿te hubieses acostado conmigo?
-Claro que sí, si hubieses encestado. Mi parte del trabajo ya está terminada y no tengo ni tiempo ni ganas para aguantar vuestras tonterías, así que me marcho. ¡Hasta mañana!
Recoge sus cosas de la mesa, las mete en la mochila, coge su chaqueta de cuero roja, se cuelga la mochila en los hombros y se despide con la mano.
"Prepárate para lo que te espera, Mateo, no sabes con quién te has metido". Se aleja con ese pensamiento en la mente, pero con el sentimiento de que ha perdido a quién consideraba su príncipe azul.

7 comentarios:

  1. Segura, desafiante y, como no, distinta. Así es Adriana.
    Me gusta :)

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  2. Has descrito en un solo chico a todos.Me gusta la historia,la seguiré.
    Pasate si quieres:
    http://thesweetwinner.blogspot.com/

    un beeso!

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  3. buenisimo blog, me lo recomendo pia y me gusta mucho! Te sigo :)

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  4. Hola! Vuestra historia tiene muy buena pinta hasta lo que he leído y tenéis la razón, son todos unos cabrones! pero bueno, es lo que hay u.u
    os seguimos, y si queréis pasaros por nuestro blog: http://chocolate-y-mentaa.blogspot.com/

    muchos besos<3

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  5. Me gusta el comienzo. ¡Cuentas con una seguidora más!

    ¡Un beso! :)

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  6. Que divertido. Anda que Mateo es una buena pieza!! :)
    Te sigo!

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